Sangre
de Luna
Me
desperté en el frío de la noche sola en ese lugar, no entendía el
porqué, ni el quién, no sabía quién era, sólo sabía una cosa:
estaba en un bosque oscuro con la única luz, la de la luna... brillaba
tanto que daba sensación de vitalidad a todo mi cuerpo. Miré a mi
alrededor y sólo observé campo verde mojado por el rocío, árboles
altos y frondosos. Los animales del bosque no se encontraban
presentes en ese lugar, dormían en un ligero y temple sueño. Los
únicos que parecían notar mi presencia y que algo diferente había
en ese bosque eran los búhos y las lechuzas, incluso algún
murciélago. Los animales de la noche y yo parecíamos estar
conectados por alguna fuerza: ellos estaban ahí, quietos como si me
observaran, como si estuvieran planeando algo en mi contra. Los
humanos normales temerían estar bajo la presencia de la sombría
noche, y por supuesto tendrían la más leve gota de curiosidad en
saber por qué se encontraban en aquella situación sin la más leve
información propia; pero algo me hacía sentir que no era
humana, como si perteneciese a otro mundo, a alguna especie rara,
adjudicándoselo al único recuerdo que prestaba mi cabeza: se
asemejaba a un cuarto.
Un
cuarto oscuro con cortinas, paredes, muebles, ropa, y restos de color negro. En esa
habitación se encontraba la sensación, la presencia de alguna
criatura. Recuerdo estar en esa habitación, recuerdo esa noche ver la luna llena y sentir en mi cuerpo unas ganas de matar, de
aprisionar a alguien; algo me cubría todo el cuerpo, la sensación
de apoderarme lentamente poco a poco de la vida, de la fuerza vital,
de lo que más quería. Esa sensación corría por mis venas del modo
que lo hace la sangre. Esa sensación de querer beber la sangre de
mi verdadero amor, al cual daba la impresión que amaba y por ese
motivo necesitaba tener su piel, su cuerpo sobre mí, su piel
blanca y pálida, mi boca presionando contra su cuello, siendo capaz
de arrebatarle la vida en más ni menos que pocos segundos.
Esperaba
que eso no fuese más que un recuerdo, una sensación, un sueño, no
me creía capaz de asesinar a alguien; no me creía capaz de
apoderarme del alma de otro ser y menos si era el ser que amo, pero
no encuentro forma de explicar entonces el motivo de aquello: sólo
podía resolverse en cuanto supiera mi verdad, en cuanto me diese
cuenta de lo que era de verdad, entre esos sentimientos mezclados,
ese desorientado recuerdo. Me dirigí hacia el final del bosque,
decidí encontrar una carretera, un camino, una casa o cabaña, algo
que me ayudara, algo que me diese respuestas. en el caminar por la
noche, en el paso de la luna, podía notar cuándo me sentía viva y
cuándo no. Bajo las copas de los árboles me sentía muerta, bajo la
luz de la luna me sentía viva, me sentía en plenitud después de
caminar horas por las profundidades del bosque, por el interior de
una cueva. Me percaté que ya estaba el crepúsculo en el
cielo, la noche se iba y el día se aproximaba. Lo curioso fue que al
salir el sol mi piel blancuzca tomó color moreno, color no pardo ni
mestizo, moreno, color de piel aborrecedor; un color de ojos no
negros sino cafés y el cuerpo comenzó a entibiarse, el frío de
mi piel se desvanecía como si el sol fuese mi mayor enemigo y yo
necesitase cambiar completamente para evadirlo. En lo que el día ya
era notorio pude distinguir a lo lejos de aquel camino de tierra,
tejados de casas y un cartel de Bienvenidos a DarcksPolis. Una
ciudad, pensé, un pueblo, lo que sea. Estaba salvada. En ese cartel
decía "Bienvenidos a DarcksPolis en las afueras de forx, Población
1.000 habitantes (ciudad mítica)". No me sentía tan segura estando en
ese lugar, pero al ver lo grande que era y que vivían allí tan
pocas personas me dispuse a buscar ayuda.
Las
únicas personas que pude distinguir estaban dentro de una cafetería.
No vi a más nadie allí, sólo noté a algún que otro perro.
Caminando con mis ropas por ese pueblo me sentía rara. Portaba un
pantalón estrecho negro, botas de plataforma negras con pinchos
plateados y hebillas, camiseta de un grupo de música llamado My
Chemical Romance, pelo suelto con un cerquillo, ojos y labios
pintados, los ojos color negro y los labios color rojo sangre, y ese
peculiar collar que parecía un símbolo extraño, se asemejaba a dos
lunas. Qué aspecto tan tétrico portaba, capaz que era ése el motivo
por el cual todos me ignoraban -pensé-, capaz que pertenezco a alguna
clase de clan malvado, pensé. Y fue entonces cuando le oí.
-¡Hola!
Escuché
que alguien susurró
detrás de uno de los callejones pequeños del lugar. Con temor a
acercarme continué mi camino
-¡Hola Sid!, ¡hey Siiid! -rechistó una voz desde el callejón
Con
miedo me puse en camino hacía ahí. Un
muchacho vestido de forma particularmente parecida a mí salió de la
oscuridad y me abrazó.
-Hola,
¿Quién eres? Pregunté, con un tono medio dudoso,
luego de aquel cálido y sorpresivo abrazo.
-Sid,
¿Por qué me preguntas quién soy?. Estuviste 24 horas fuera del pueblo
y regresas y sólo no sabes quién soy.
-¿Mi
nombre es Sid?
-No,
tu nombre es Sidney
pero acostumbramos a decirte Sid de cariño ¿Qué te pasa?
-Creo
que no recuerdo quién soy, que no recuerdo nada
de mí. ¿Tú quién eres?
El
joven me miró fijamente, tratando de saber si creerme o no, creo que
mi pregunta logró perturbarlo un poco.
-Dante.
El joven agachó su cabeza dándome la sensación de que no se sentía tan feliz al saber que no recordaba quién era. Definitivamente me conocía, supongo que me ayudaría completamente a recordar todo. Por algún motivo sí tenía la idea que lo conocía.
El joven agachó su cabeza dándome la sensación de que no se sentía tan feliz al saber que no recordaba quién era. Definitivamente me conocía, supongo que me ayudaría completamente a recordar todo. Por algún motivo sí tenía la idea que lo conocía.
-Bien Dante, ¿eh? ¿Me dices en dónde vivo o algo más sobre mi persona?
-Sid,
no
sé qué quieres saber pero deberías estar en tu casa, se está por
poner el sol y no es seguro que estemos aquí cuando oscurezca.
-¿Por
qué? -al oír las palabras de Dante sentí miedo, como si yo ya supiese las razones de por qué.
Decidí que no sería bueno preguntar el porqué, no debería estar
allí, así que sólo lo seguí. Persistía en mi la sensación rara
de haberlo visto antes. La hermosura del joven, su piel blanca, pálida, y sus cabellos negros me hacían recordar a aquel ser, aquel
ser que yo sentía amar pero que en mi sueño sentía las ganas de
matar. En ese sueño recuerdo una visión en la cual me apoderaba del
alma del joven. Me sentía placentera por completo estando a su
lado y con Dante me sentía igual de placentera. Me recuerda ese
amor, que no sé quién es, así que sólo pensé que podía ser él.
Pero a todo eso también se sumaba el miedo a que en la noche todo
se volviese como la noche anterior.
-Tu
sensei temía que te hubiesen capturado y que nos hubiesen
descubierto -murmuro con voz muy baja al ver, al percibir mi
silencio. Mi mente no dejaba de hacerse tantas preguntas sin
respuestas.
-Podrías
explicarme bien, no entiendo en lo más mínimo nada de lo que me
dices.
-En
unos minutos verás -y todo se calló nuevamente.
Eso
fue todo lo que dijo. Sentí miedo por lo que me pudiese pasar en los
próximos minutos, pero estaba muy segura de que este joven no me
lastimaría en lo más mínimo. Sentía en su mirada amor y ternura.
Al recibir su abrazo lo sentí placenteramente, como si él tuviese
miedo de perderme, como si estuviera protegiéndome de todo lo malo
que se sentía en el aire de Darcks. Pero cuando la luna llegó a su
punto máximo y la oscuridad se hizo espesa, miré al chico y era
más pálido, sus ojos cambiaron. Sus ropas negras eran más oscuras y
brillantes y su piel se sentía demasiado fría. De su boca se
asomaban unos colmillos blancos y muy filosos. No me quedaban dudas
de que el joven era un vampiro, pero él era exactamente lo que yo
la otra noche me pregunté, si yo era un vampiro. La respuesta la
tuve en el mismo momento.
Mi
cuerpo empezó a cambiar exactamente igual que el de Dante. Mi piel
se puso pálida de un momento a otro. Mi cabello negro se hizo más
largo y de mi boca se asomaban unos colmillos también blancos y
filosos. Sentía mi piel fría y el alma desvanecerse de a poco, me
sentía muerta como un alma en pena, pero la respuesta a mi pregunta
se hizo conclusa: estaba en el borde por completo de saber todos los
porqué, todos los cuándo. Toda mi vida se reflejaba en un solo
recuerdo.
-Ya
ves,
esto es lo que somos ahora los dos. Esto es en lo que me convertí
gracias a ti, pero ahora ya se hizo tarde, debemos irnos, ¡corre!
No
había notado lo rápida que era, más veloz que el ojo humano; pero
en el camino hacia una puerta gigante le pregunté: -¿De qué
huimos?
-Huimos
de los humanos, nos han estado persiguiendo y tratado de capturar.
Supuestamente los humanos y los vampiros no nos llevamos.
Una
cara de tristeza me pegó en el alma. Me llevaba de la mano hacia
una casa dentro de unos muros lejanos. Una cantidad de gente se
acercó en cuanto nos detuvimos. Me miraban con felicidad como si me
estuvieran esperando, pero no lograba saber bien quiénes eran. Supuse
que eran mi familia cuando sus abrazos parecían ahogar mis
pensamientos, como lechos de rosa el sueño. Me sentía tan cómoda; eran todos como yo. Aquel pensamiento negativo de que me sentía una
criatura, un monstruo, es algo completamente loco de la realidad. Ver
gente como yo me hizo meterme en mi mundo. Traspasé esa barrera de
lógica completamente. Lo único que me quedaba por saber era la
razón de por qué me había despertado en la nada, de la nada, en un
lugar completamente desconocido, sin saber quién era. Ésa era la
única duda que me perturbaba, así que decidí preguntar.
-¿Por
qué me fui?
-¿Cómo
te fuiste, eh Sid! Tu corriste y corriste y pediste que no te
siguieran.
-¿Por
qué, madre?
-Sid,
amor. Tu amas demasiado a Dante y él
era un humano.
La
voz de esa dulce mujer me hizo recordar quién era, recordarla a
ella, ¡sí, mi madre! Recordarla a ella es como, no sé, sentirse muy
puro.
Mi
madre no
sólo me hizo retomar mi recuerdo de ella, sino que también me hizo
retomar todos mis recuerdos. Hace tres años atrás, cuando recién
llegamos con mi familia al pueblo, en el día yo me veía como una
humana normal, iba a estudiar al colegio de las afueras en donde
había muchos humanos y en el cual sentí que mis sentimientos eran
eternos como mi vida. Sentí que siempre me veía como el reflejo de
la maldad personificada, me sentía un monstruo, pero entonces fue
cuando me enamoré del humano más perfecto de todos, quien era
completamente diferente. Con el tiempo se convirtió en la persona
más importante de mi ser por quien daría mi vida, por él estaría
dispuesta a enfrentarme a la corte suprema de vampiros. Si él supiera
sólo que yo solo bebo sangre animal, ya que la de humano es una
debilidad para mí. Probar sangre humana es algo que no controlo... el ansia de mi sed eterna, de mi sed loca.
Cuando
conocí a Dante me enamoré perdidamente de él, y la sola idea de que es un mortal me tenía como loca. Con el correr del tiempo nos
convertimos en mejores amigos, y hasta más de eso. Comenzaron mis
cambios de actitud repentinos y mis alejamientos de él al sentir
ganas de beber su sangre, su plenitud eterna de vida. Me sentía un
monstruo por ese hecho, por no poder ser como él. Con los años que
pasaron el hechizo de nuestro amor se fue enlazando, con los
días, meses y años. Ese amor, esa chispa del elixir como unas
drogas pasionales hacían dura la idea de que, el día que él se
enterase de la verdad, se alejaría de mí para siempre. Pero el
momento llegó.
Una
tarde nos dirigíamos a casa y nos entretuvimos en la suya cuando no noté que la noche cayó de repente aplastando sobre mí,
causando que mi transformación fuera instantánea. Me dolía el
pecho por el dolor y el miedo de pensar que mi único amor me
odiaría, así que lo único que hice fue tratar de irme y despedirme
con lágrimas en las pupilas. Al escuchar que me dijo "¡Conviérteme!", por un lado sentí miedo, pero por el otro no
pude evitar preguntarle si estaba seguro de lo que decía. Era obvio
que todas las historias que le había contado de vampiros hicieron
que no le asombrara en lo más mínimo y que me quería demostrar su
amor con el acto de ser igual a mí, con el acto de transformar su
vida de siempre en una vida confidencial. Acto seguido le pregunté si estaba seguro; al saber que sí, al ver su gesto de total
seguridad, proseguí... me acerqué a su cuello, pensando que iba
a pasar rápido y me iba a controlar, pero me pasé un poco. Ese sabor
era como un elixir de placer que me recorrió todo el cuerpo. No
sabía qué iba a pasar, pero su sangre sabía increíble, sabía a lo
más hermoso que podía pasarme. En el instante que pude detenerme pude
ver como él se retorcía por el poderoso dolor que le provoqué... luego sólo pude pensar en correr y correr, no mirar hacia atrás,
sólo seguir.
Texto e ilustración: Carolina Mentaste
* * *
Una voz en la oscuridad
Doce
de la noche en punto. El reloj de pared sonó tan fuerte que me molestó un poco,
pero quienes estaban durmiendo no parecieron notarlo.
Mi
hermanita pequeña, Narcisa, me pidió para recorrer la casa, ya que no podía
dormirse. Acepté con gusto, últimamente me costaba dormir, aunque ya me
acostumbraba a no hacerlo.
Caminamos
sigilosamente, recorriendo cada habitación y viendo los rostros serenos de
aquellos que estaban durmiendo.
Mi
padre y mi madre siempre nos enseñaron a Narcisa y a mí a ser sigilosas y a
guardar silencio porque a veces eso era lo que determinaba nuestro destino.
Fuimos
a la cocina. Mi hermana sentía hambre, un hábito que antes nos delataba al
mundo fuera de esta casa, que en parte era nuestro hogar… y a la vez una
prisión.
Tomamos
unos alimentos de la heladera y nos escondimos en un rincón. Ella comía
gustosamente y los restos de comida caían bajo su cuerpo. Desvié mi mirada
hacia la ventana, donde vi por última vez la figura de mi padre yéndose,
escapando de los soldados que sacaban de sus casas a las familias y las
separaba, sin poder volver a reunirse.
Suspiré
amargamente al recuerdo de mi madre, que lloraba desconsoladamente por él y por
nosotras cuando nos escondió en el ático antes de que la llevaran lejos de Narcisa
y de mí.
Una
ola de rabia y tristeza me recorrió al evocar la noche en que sentíamos tanta
hambre que bajamos a la cocina sin acordarnos que nos buscaban. Fue entonces
que arrojaron fuego a la casa, incendiándonos con ella. Mi hermana lloraba a mi
lado, abrazándome, pero en todo momento acaricié su rostro sonriéndole, hasta
que el humo y el fuego nos llevó hasta aquí.
Durante
siglos esta casa ha ido cambiando de propietarios, han pasado por ellas muchas
familias, pero todas la fueron abandonando al poco tiempo de mudarse ya que al
saber de nosotras, y al vernos sorpresivamente, gritaban de horror.
Pero
permaneceremos viviendo aquí, con cada familia que ocupe esta casa, en espera
de que nuestros padres regresen.
La
luz del sol comienza a subir bañándonos con su brillo. Abrazo a Narcisa,
acariciándola, hasta que empecemos a desvanecernos como todas las mañanas.
Yanaina Irrazábal
* * *
La
misteriosa muerte de Elisa
Cuando
desperté estaba empapado en sangre, pero… al parecer no era mía
sino de otra persona; era raro, todo se veía igual. Cuando me
levanté, ella, mi hija, ¿estaba muerta o simplemente dormida? En
ese momento no me atrevía a confirmarlo, sólo sentí un terrible
dolor en el pecho, de angustia, temor, o tal vez tendría alguna
herida o simplemente era por creer que ella, Elisa, estaba muerta.
Según
Elena yo no había tenido nada que ver con la muerte de Elisa. Pero
no era de esperarse más, Elisa era mi hija. Sin embargo las
autoridades no dijeron lo mismo, la mayor cantidad de su sangre
estaba impregnada en toda mi ropa. Solamente pensé en cómo alguien
podría creer que yo hubiera matado a Elisa. Sólo una mente turbia y
completamente despiadada sería capaz de pensar eso. Sarah comenzó a
golpearme, a empujarme… Yo creí que tal vez ella, Sarah, estaba
loca. Cuando el juicio terminó yo ya no estaba, es decir, Mirtha me
había matado. Yo no sé que era ella de Elisa o de Sarah, en
realidad Sarah siquiera era su madre o hermana. Tal vez todo comenzó
el día en que Elisa despertó muerta.
Elisa
siempre fue una niña amigable y buena, aunque no todos dijeran lo
mismo. En realidad ella no era una niña santa, pero tampoco fue tan
mala como para matarla, e inclusive ya hacerle algún daño hubiera
sido despiadado.
Tampoco
tenía muchos amigos, ni era una gran emprendedora de tareas, pero no
era la típica niña poseída por Satán.
Siempre
fue tierna y cariñosa con aquellos a quienes quería, aunque eso
implicara que con 11 años quisiera dormir con su madre, o que
algunas veces quisiera que la lleváramos juntos a la escuela
sabiendo que nosotros, sus padres, estábamos separados… luego de
su trágico homicidio y el mío ella quedó viuda…
Sólo
sé que ya han pasado algunos años de esa trágica noche. Todo
comenzó el viernes 15 de Junio a las 21:15 (13 minutos antes de su
muerte).
Elisa
recién había llegado de una matinée a beneficio del viaje de fin
de año de la escuela… Yo estaba un poco tomado pero lúcido. Sé
que ella se bañó, comió algo y luego hablamos un largo rato; luego
de eso me desperté lleno de su sangre. Sé que no habíamos
discutido ni nada por el estilo. Toda ella era perfecta… su luz, su
encanto, su ternura… toda, absolutamente toda.
Pero la Policía hizo sus propias especulaciones, que fueron tan
terribles como para concluir que el culpable era yo, su propio padre.
-Ficha
de defunción:
Apellidos:
Preporené Altornois
Nombres:
María Elisa
Edad:
11
CI:
4.443.882-4
Causa
de muerte: 5 heridas profundas de objeto contundente, entradas entre
la 3º y 4º costilla, abdomen, doble entrada en el esternón y
entrada y salida en la base del cuello.
Enfermedades:
Arritmia severa
::::::::::::::::::::::::::::::
Todos
dijeron que fue mi esposo, yo ya no sé qué creer, él estaba lleno
de su sangre… eran los únicos días en que él estaba con Elisa.
¿Cómo pudo haberlo hecho? No me lo explico. Pero de algo estoy
segura, Carlos no fue.
::::::::::::::::::::::::::::
Aun
no sé quién es Carlos y, como es de esperarse, ella no es Sarah.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Cuando
llegué a buscar a Elisa, porque la madre no podía ir a buscarla,
encontré al padre lleno de sangre y a Elisa tirada en el piso, y
posiblemente muerta. ¡Ay, pobre niña de Dios! (sollozo). Nadie
merece morir así.
Ver
esto me aterrorizó y salí corriendo directamente hasta mi casa a
llamar a la Policía. No sé por qué él habría matado a su propia
hija, es algo que no se puede perdonar, ni volver a ver. ¡¡Pobre
niña!! (Llanto)
::::::::::::::::::::::::::::::::
Todo
el mundo creía que había sido yo… menos Elena; nunca me contó el
porqué de su confianza en mi inocencia, y yo tampoco tuve demasiado
tiempo como para preguntarle, puesto que después de lo sucedido con
Elisa ocurrió mi muerte, así que tampoco tuve tiempo de preguntarme
por qué y cómo la maté, ni me pude arrepentir de lo que
supuestamente había hecho… Lo que más me inquieta es que no pude
saber la verdad, pero sigamos con el relato, que no los detenga el
pensar cómo yo, estando muerto, pude haber escrito este relato, o
cómo misteriosamente llegó a tus manos este texto;
probablemente estés pensando que la persona que te lo dio no era ni más ni menos que yo pero, claro, para esto tú también deberías estar muerto. O que tal vez nuestro mundo es un mundo muerto, y tal vez ya no exista vida entre nosotros y por eso nadie nos nota.
probablemente estés pensando que la persona que te lo dio no era ni más ni menos que yo pero, claro, para esto tú también deberías estar muerto. O que tal vez nuestro mundo es un mundo muerto, y tal vez ya no exista vida entre nosotros y por eso nadie nos nota.
:::::::::::::::::::::::::::::::::
Todos,
absolutamente todos, me culpaban, y yo ya estaba comenzando a creer
que había matado a Elisa. Todo me inculpaba: mi camisa con su
sangre, mis huellas digitales en el puñal, mi ADN en su interior.
Pero
esperen, ¿quién dijo que yo la violé? ¿Acaso sí lo hice? Esto sí
que es novedad. Lo cierto es que jamás logré saber por qué Mirtha
me mató, ni entendí que Sarah me hubiera golpeado, gritado y
salivado.
Mirtha
era una completa desconocida, a la vista de todos ella me conocía
muy bien, pero no es así, y ya que no era nada de Sarah, tampoco yo
la conocía, ni era conocida de Elisa, por lo tanto no sé qué
pensar sobre la maldita de Mirtha.
Elena
aún me sorprende, creyó en mí hasta el fin. Ella era mi esposa, no
Sarah… es más, yo no conozco a Sarah.
Lo
cierto es que Mirtha no era mujer, sino que era trans… y que Sarah
era la verdadera madre de Elisa .
Lo
bueno es que yo no la maté siendo su tutor, sino que Elena supo que
yo la engañaba con Mirtha, pero tú ya sabes que eso no fue posible.
Además,
algo que no he comentado es que en realidad no soy hombre.
Pero
si nadie fue, entonces ¿quién es el asesino de Elisa? Seguramente
lo que tú debes o deberías estar pensando…
¡¡Elena‼
íi, por supuesto, la mujer que siempre confió en mí. ¡Ella fue la
que mató a mi niña, quien me hizo beber esa horrible noche hasta
embriagarme!, pero antes de eso, colocó un sedante en mi bebida…
¡ella se puso mi remera, apuñaló a mi hija y así me incriminó!
Pero
claro, tú debes estarte preguntando por qué, ¿por qué me
incriminó? Es imposible también que yo la haya ultrajado, es decir,
¡nadie lo hizo! Elena… ella tiene contactos con la Policía y supo
utilizar eso muy bien. Mirtha me mató pensando que yo era hombre y
que había asesinado a su hija. ¡La pobre creyó que lo había
hecho, y no dudó un segundo en vengarse!
Sí,
lo es. Es una historia compleja, pero lo que sé es que terminé
muerto en la segunda silla a la derecha, frente al juez, con mi
abogado a la derecha y con el policía a mi izquierda.
Ahora,
cómo llegó esta historia hasta tus manos es un misterio, ¿cómo es
que esta historia puede ser contada y escrita si en realidad estoy
muerto? ¿Cómo es que alguien la escribió, si el único que sabe la
verdad soy yo? Tú ahora debes tener presente que mi vida y muerte
están plasmadas aquí; tú serás quien lleve mi historia… para
siempre.
Lo
único que está claro para todos es que Elisa está tres metros bajo
tierra y viendo cómo crecen los gusanos.
Noelia Balbi
Noelia Balbi
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