noviembre 13, 2012

Poesía / Romances


En busca del honor perdido


Romance a Leonor de Aquitania


Y salióse por la puerta
del castillo de Poitiers;
la reina va al encuentro,
oculta a ojos del rey,
del joven por quien suspira,
su amado siervo francés.

-¿De nuestro dulce encuentro
mi amor olvidado habrase
-¡Oh, jamás, mi amada reina!
-Mi joven vasallo fiel,
¿adónde iremos sin ser
vistos u oídos por nadie?
-Lugar para nuestro amor
tomaremos este bosque
-A mi vasallo francés 
entrego amor esta noche
para que siempre lo cuide
como si tesoro fuese.
-No lo dudes, bella reina,
 amor prometido he.

Los amantes por el bosque
a estar solos y felices
muy juntitos fueronse.
Mientras tanto en Poitiers
el rey ya ha despertado,
¿engañólo su mujer?
 La sospecha lo ha asaltado.


Confesó un criado ver
a la reina irse a prisa
temprano, al amanecer.
Confirmada su sospecha
el rey va tras su mujer.

-Ya es hora de irnos amor
Pronto despertará el rey,
Se enterará de tu falla
Sabrá que yo le falté.
-Por supuesto hermosa reina
A Poitiers te llevaré
siguiendo tu caminar
para holgarme bien de él.

El rey dejando el castillo
los encuentra fuera de él
y ve lo que ya esperaba,
su vasallo y su mujer
en engaño doloroso.

Quita la espada el rey
de la cintura y se va
a buscar su honor perdido
llegado el amanecer.


Romina Debastiani




Romance a una amiga

Eres una gran amiga,
Estás aquí hasta el final;
Háblame ahora y de noche,
Hasta que cambie el canal.

Sé que no vas a cambiar,
Ponen un faro en el mar,
Brillando ayuda a salir
Y sueños se han de alcanzar.

Tengo recuerdos de ti,
Y de verte sonreír,
Quiero calmarte por dentro
Para que estés muy feliz.

Quiero que cuentes conmigo
En las buenas y en las malas,
No tengo muchos amigos
Pero si abriré tus alas.

Paula Ramos



Romance de amor en vida y muerte



Una lágrima caía,
se congelaba al bajar;
sus cachetes empapados,
testigos de su llorar.


No existe cura para ella,
su dolor no va a calmar, 
y por más que llore y piense
juntos no podrán estar.


En vida él era su amor, 
en su muerte lo iba a amar, 
y ella, por estar con él,
La vida quería dejar.


Al estar en su ventana
ella no supo esperar,
su amor la dejó caer
para dos almas juntar.


Una estrella solitaria
sola jamás estará, 
otro astro de su brillo
Siempre la ha de acompañar.


Gabriel Ramírez








Romance de “El Indio”

(A Abdón Porte, in memoriam)


Un baluarte en el campo,
del equipo el corazón,
era ese gran centro-half.
Nadie le había creído
cuando él mismo señaló: 
 “El día que no le pegue
será vida sin razón”.
Muchos años defendiendo
A su amada institución.
Sin Nacional, vivir cómo,
jamás eso lo pensó.
Luego de una gran victoria 
hubo una gran decisión:
 sería sustituido, 
sentenció la comisión.
Tarde con los jugadores
La noticia le llegó.
Allí salió en el tranvía,
el último hacia la Unión.
En el medio de la cancha
con su vida terminó
y en el césped quedará 
la sangre del gran Abdón

Leandro Bentancur



Romance de una noche mágica


Nunca voy a olvidar cómo
 de ti yo me enamoré…
Solamente puedo yo
decirte que esa noche
supe que eras mi sino.
Las miradas que guardé,
Las sonrisas compartidas,
De ello son la  prueba fiel.



Algo dentro en mi interior
me afirmaba que nació
sentimiento de amor,
 invadió mi corazón
como un veneno, recorre
el cuerpo hasta la razón.


¡Estemos juntos lo pido!
Yo por ti entrego todo
Acordate que la luna
Fue testigo del cariño, 
De los besos que nos dimos,
que tus labios se quedaron
en mi boca dibujados.
Tomemos la ocasión
que la vida nos ha dado,
Conscientes que nos amamos.

Nacimos para estar juntos
Nunca dejes que se apague
La llama que enciende este
Único, invencible amor.

Ojalá mi poema llegue
Como una flecha a tu pecho
Suficiente es el veneno
Que en la saeta ha quedado
Para que dure la vida, 
Para que dure cien años.


Juan Manuel Albores





Romance de una tarde


Bella dama misteriosa
En carruaje vio pasar
El príncipe deslumbrado
No dejaba de mirarla.
A su paje con premura
Se le ordenó averiguar
Quién era esa bella dama
Del intrigante mirar.
En un tiempo transcurrido
Se volvieron a encontrar, 
Ya no paseaba en carruaje
Con un elegante andar
Caminase por el parque.
El se acercó a conversar.
-Con gusto deseo saber
Si la puedo acompañar.
-Por su porte caballero
Creo que es de confiar
Y será agradable señor
En su  compañía estar.
-Hace un tiempo la he visto
Y le debo confesar
Que me ha quitado el sueño
Con su intrigante mirar.
-¿Intriga?, señor le digo
Mejor es no develar.
-Perdone que le pregunte,
Si usted quiere contestar, 
¿qué pena es la que le aflige?,
¿qué la hace suspirar?
-Le comento caballero, 
mi pena me hace llorar.
He sido yo noble dama
y ahora debo aceptar
el vivir sin grandes lujos, 
sin fortuna terminar.
-Su figura, su mirada, 
su belleza y caminar
me enamoran dulce dama,
pero debo confesar:
mi padre, el rey don Felipe
nunca esto ha de aceptar.


Camila Trasante




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